miércoles, 17 de agosto de 2016

The Town of Light (Análisis): Renée's Diary

¡Hola a todos! Os cuento lo que me ha pasado. 
Hace unos días me vi del tirón todos los gameplays que subió RicharBetaCode (no, no me paga por hacerle publicidad, pero es genial) de un juego calificado de terror psicológico: The Town of Light. En él recorremos un viejo hospital psiquiátrico de Volterra (Italia) mientras vamos descubriendo poco a poco la historia de Renée, una chica que en 1938 ingresó en ese centro y que, con 16 años, sufrió todo tipo de crueldades y abusos a causa del pésimo trato a los enfermos mentales que se les proporcionaba en esos años, además de las escasas terapias efectivas que existían para el tratamiento de las psicopatologías más crónicas.
El estudio indie LKA.it más que un videojuego nos aporta una narración escalofriante, basada en hechos reales (lo cual es más terrible aún) y que esconde una dura crítica a la psiquiatría de la época. Un mazazo de realidad que nos demuestra que hoy en día hemos avanzado muchísimo en ese aspecto y que podemos agradecer que haya tratamientos más útiles y un trato más humano.

Si bien es cierto que no es un juego muy comercial ni común, la historia me atrapó de inmediato y es de esas que tardas mucho en olvidar. Sin embargo, he notado que quedan muchos cabos sueltos. Después de buscar por internet y no encontrar ningún análisis, interpretación o teoría sobre las lagunas del argumento, he decidido que qué demonios, que voy a analizarlo yo.

Para empezar, qué mejor que hacerlo con "El diario de Renée", un diario que escribió la protagonista que narra lo que vivió ANTES de entrar al hospital psiquiátrico, por lo que no lo considero spoiler, sino una manera de ponernos en contexto para comprender lo que iremos descubriendo. Aunque su contenido es poco claro y muy indirecto, lo considero CRUCIAL para entender toda la historia.

En la web del juego tenemos el diario completo en inglés, así que de momento os dejo la traducción aquí (espero que me perdonéis los posibles errores de traducción) y próximamente lo iré analizando en diversas entradas. ¡Vamos allá!


EL DIARIO DE RENÉE
Mi nombre es Renée. Me dijeron que tenía que escribir este diario, pero no me apetece. No es cierto que me sienta mejor escribiendo, de hecho, es peor. Yo era una chica tímida y solo quería ser como los demás.
Pero eso no es lo que pasó, NO. Hice cosas que si pienso en ellas ahora...
Finalmente, ellos me trajeron aquí [tachones].

Todo comenzó con aquella maldita Luz. Me pasó por primera vez cuando aún era una niña pequeña. Tenía 6 o 7 años. Estaba caminando fuera del colegio cuando de pronto el ruido empezó a derretirse en un mismo retumbo. La luz se hizo grande de manera desproporcionada y todo perdió su significado. Ya no podía reconocer nada, objetos, gente, palabras, ni siquiera a mí misma.
[en el margen: "no me mires"].

Sentí el miedo. Me impedía moverme, tragar y respirar. Después sabe Dios cuánto tardó todo en volver a la normalidad.
[en el fondo de la hoja: "No me puedo mover, tengo miedo de la luz" y "Amara" escrito varias veces]
Pero un nuevo miedo reemplazó al viejo, diferente pero terrible como (¿frase mal construida?) la Luz que volvía. Y volvió. [en el fondo: "y volvió" repetidas veces por toda la hoja].

Mis recuerdos de esos años son confusos. Entre los 7 y los 10 años mis recuerdos no están conectados y no podría decir cuántas y cuántas veces y cuán frecuentemente solía venir la Luz. Mi madre me dio una muñeca por esa época: Charlotte. [En el fondo de la hoja: "Charlotte, ¿dónde estás?", "Ven aquí, Charlotte", "Bonita Charlotte", "Perdóname, Charlotte"]
Recordándolo me dan ganas de reír, pero al principio recuerdo que me daba miedo. Pensaba que quería herirme, matarme y tomar mi lugar, pero cuando la Luz viniera podría estar a mi lado y no molestarme.
El estilo es una pasada.
Fui capaz de hablarle, así que finalmente se convirtió en mi mejor amiga, hasta en el segundo año de colegio, donde todo cambió. No me sonreía y si tenía que decirle algo a mi madre, tenía que contárselo a ella. Cuando las cosas dentro de mí se volvían malas, ella era la única a quien podía dirigirme (?). Ahora esto hace que me sonroje, pero Charlotte fue una amiga real para mí. Sabía que era una muñeca, no era idiota, pero al mismo tiempo era real, no sé cómo explicarlo, es difícil. Mi madre la abrazaría y le contaría cosas. Supongo que estaba intentando comunicarse conmigo, pero entonces estaba demasiado asustada para entenderlo.

No le hablé a nadie sobre la Luz. Sabía que algo terrible me estaba pasando, pensé que moriría y que la vergüenza/pena que sentía era tan profunda que pensé que una incontrolable intranquilidad acabaría conmigo. Estaba asustada cuando la gente se me acercaba, veía dedos señalándome, bocas riéndose, condenándome.

Intenté estar sola. Me sentaría en el suelo y, hecha un ovillo en la oscuridad, repetiría una palabra una y otra vez. Esto me ayudaba a no pensar.
[Margen: "no perderme a mí misma"] Pasaría días enteros así, deseando que mi madre me ignorase. Sus palabras de compasión me herían y me aterrorizaban incluso más.

Gritaba y gritaba y gritaba esas palabras. Tras unos días las cosas mejoraron y poco a poco salí de mi escondite, pero el miedo estaba siempre ahí, bajo la superficie, preparado para golpearme más fuerte incluso.

Me pregunto si sería posible que esto fuera un sueño. Recuerdo un sueño recurrente de esa época. Solía tener multitud de pesadillas, pero esta en particular era tan real que incluso hoy- (frase incompleta).
Estaba en la cama, envuelta en la calidez de la manta, justo a punto de sucumbir al sueño, cuando escuchaba abrirse la puerta del dormitorio. Giraba la cara hacia la pared y no me atrevía a girarla hacia otro sitio.

Solo veía una sombra moldeada por la Luz que venía a través de la puerta. Entonces escuchaba la puerta cerrarse y pensé que podría ser mi madre, que antes de irse a la cama solía asomarse para ver si dormía.
Sin embargo, no tenía tiempo de respirar de alivio, porque escuchaba pasos acercarse a la cama y escuchaba el sonido de la respiración muy cerca. El miedo me paralizaba de la cabeza a los pies. Las mantas se retiraban. Recuerdo el aire fresco sobre mi espina dorsal. Alguien se sentó en mi cama y yo temblaba...

...Entonces el sueño terminaba.

Mal rollo es poco para definir lo que he sentido leyendo esto.
La Luz venía a menudo cuando estaba en la escuela, transformando los alumnos de mi lado en marionetas que me aterrorizarían. Se me aparecían con cabezas ensangrentadas de animales, adheridas donde deberían tener su cabeza original. Me enroscaría en el suelo e incluso me mearía encima. La profesora intentaría consolarme y sonreírme, pero sus ojos y sus dientes me aterrorizarían todavía más.
Las cosas cambiaron, no sé por qué, quizás en el segundo o tercer año de escuela. [en el margen: "teniendo asistencia(?)"].

Fue más o menos en la misma etapa en la que me hice amiga de Bruma. Recuerdo la sensación de alegría que sentí cuando me sentí casi normal. La Luz no está viniendo, los sueños se han ido y tengo una amiga de verdad... ¡Una que me habla! Me repetía esto orgullosa mientras me miraba en el espejo, donde ya no veía un reflejo de vergüenza.

Me parecía que el mundo era un sitio difícil, pero ya no imposible.
¡Bruma!
No comprendí qué vio Bruma en mí, especialmente porque era casi dos años mayor que yo. Le contaría esto continuamente y entonces ella bromearía, diciendo: "¡Nada, no veo nada en ti, eso es lo que me gusta!". Entonces me abrazaría.

Pero un día ella estaba triste y pensativa y me dijo: "Tú y yo somos lo mismo, no te dejes engañar. Tú eres reservada y honesta y yo no, pero esa es la única diferencia entre nosotras. La única." Entonces empezó a llorar.
Me sentí herida por cómo sonaban sus palabras, pero hoy, tras reexaminar mi pasado, entiendo a lo que se refería.

Las cosas mejoraron durante unos años, pero entonces todo se precipitó. Esa tarde llegué a casa borracha y a la mañana siguiente una crisis me venció, de repente. ¿Qué había hecho? Estaba asustada, pensé que había perdido mi visión, la Luz me quemó los ojos desde dentro.
Los recuerdos de los días previos emergieron y se tornaron imágenes, flashes que desataron algo monstruoso en mi interior. La repetición de palabras ya no era suficiente. Ahora había una voz en mi cabeza que las repetía más fuerte que yo y eran palabras de acusación y culpa, así que me cubrí los oídos y grité y me golpeé la cabeza contra la pared y vomité.

Recuerdo al doctor, la pared cubierta de sangre y vómito, mi madre no me miraba, Bruma estaba llorando pero intentando ocultarlo, Charlotte estaba a mi lado.
Nunca le conté a nadie lo que había pasado. Él vino a visitarme pero rechacé verle, empecé a estar agitada.
Creo que yo le gustaba, incluso a pesar de que las cosas habían ido a mal. En esa época empecé a sufrir pérdidas de memoria, las pocas cosas que aprendía no me satisfacían. Él me contó que yo le estaba buscando. Bruma me contó que a veces me emborrachaba, la gente del pueblo hablaba de mí, a veces estaba cubierta de marcas azules y negras y no me daba cuenta de lo que me estaba pasando, de lo que estaba haciendo.
Ya no tenía el control de mi vida, desde mi pequeña esquina.

Ya no consideraba mi cuerpo como algo desagradable y enfermo, lejos de eso, empecé a mirarme, a cuidarme, a oler mi propia piel. Empecé a explorar y experimentar, buscando placer físico. Mis ideas no eran muy nítidas y nunca le hablé a nadie de estas cosas. Bruma, sin embargo, hablaba sobre ellas, presumía sobre sus historias de amor y sus hombres jóvenes. A mí me parecía que era muy afortunada, siempre siendo cortejada por maravillosos, generosos y amables hombres. En consecuencia, fantaseaba sobre sus aventuras, pretendiendo que yo era la protagonista... ¿Pero cómo podría ser como ella?
Renée se sentía rota por dentro.
A veces recuerdo que ella tenía marcas azules y negras en su cuerpo, pero yo era muy ingenua y no lo comprendía, no sabía sumar 2+2. Fue Don Gino quien me explicó estas cosas años más tarde. Me habló sobre el padre y el hermano de Bruma, pero yo ya estaba muy enferma, la Luz había vuelto y eso me hacía sufrir incluso más. Era mi mundo y se estaba derrumbando.
Cuando le hablé de eso a Bruma, giró la cabeza y estuvo mucho tiempo en silencio. "Los Príncipes Encantadores no existen, Renée, al menos no para nosotras".

Tenía 14 años y no pensaba que fuera posible que un chico me mirara y me deseara.
Cuando él me preguntó si quería ir a dar un paseo, no le dije nada, ni siquiera tuve la valentía de mirarle a los ojos. [margen: "tan guapo"]

Él se sintió acusado, herido, le ahuyenté, le insulté, era arrogante, atractivo, dijo cosas sobre mí a otra gente que no debía haber dicho.
Mi madre me pilló cuando vine a casa borracha, me golpeó y me envió a hablar con Don Gino, cada día él volvía e intentaba hablarme, creo que yo le gustaba. A veces le echaba y empezaba a gritarle, pero otras le abrazaba, le agarraba fuerte y le amaba.

Pero él no podía sentar la cabeza conmigo, yo tenía 16 años y estaba enferma, no tenía futuro. No salí de la cama durante semanas, entonces hice cosas de las que me avergoncé, comencé a ir a la cama con hombres, la culpa desgarraba mi alma y la Luz volvió a torturarme. Inventé historias para justificar mis actos. No podía soportar mi propio peso.

Mi madre lo averiguó, su voz dividía mi cabeza, la empujé porque tenía miedo de morirme y le grité al mundo entero lo que me estaba pasando y lo que no entendía. La policía llegó y se me llevaron a la fuerza. Recuerdo a los mirones agitando sus manos. Estarían mejor sin mí, limpios de vergüenza y algo sobre lo que hablar.

FIN

Espero que lo hayáis disfrutado y que os haya animado a echarle un ojo al juego si aún no lo habéis hecho. Algunas partes son inconexas o están escritas apresuradamente, por eso he querido mantener los signos de puntuación del diario original.
¡Nos vemos en las próximas entradas analizando el juego!

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